Buenafuente se había muerto en el escenario al final de la gala del pasado año, ¿recuerdan? Baleado sin misericordia y, además, muerto de éxito. La historia, que se había interrumpido con el presentador en el suelo cuan largo era y lleno de salsa de tomate, prosiguió al comienzo de la gala de anoche. Andreu Buenafuente subía al cielo y se encontraba con Antonio «Dios» Resines, a quien convenció -parodiando el anuncio televisivo de George Clooney y John Malkovich- para retornar a la Tierra y volver a los «Goya».Y en el escenario, descolgándose desde las alturas, apareció Buenafuente de blanco riguroso. En las primeras filas el presidente de la Academia del Cine, Álex de la Iglesia, y la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, juntos tras el terremoto. «Yo creo que han venido en el mismo taxi. Y os voy a decir algo: yo creo que se gustan un poco. Es normal, tanto roce es lo que tiene», apuntó Buenafuente.Para Álex de la Iglesia, una pulla particular: «Qué broma ésa tuya de que ibas a dimitir, vaya publicidad para la gala. Y es que la gente se lo creyó». De la Iglesia y Sinde aguantaron la escena con una risa forzada, como forzada había sido la escena en el «hall» del teatro cuando el presidente de la Academia del Cine recibió a la Ministra y se fotografió con ella y con Elena Salgado, del brazo pero sin entusiasmo. El discurso de Álex de la Iglesia no tuvo desperdicio. «Los internautas son nuestro público. No tenemos miedo a internet, que es la salvación de nuestro cine», dijo el director de la Academia en su última gala de los «Goya» en el cargo. «Hay que entender el negocio del cine de otra manera, porque las reglas del juego han cambiado, lo que antes valía ahora no vale, y ya no hay marcha atrás». De la Iglesia recordó a los presentes que «sin público esto del cine no tiene sentido», aunque reconoció que los que antes iban a las salas de proyección ahora ven las películas frente a la pantalla de su ordenador. «Éstos han sido los dos años más felices de mi vida», dijo como colofón emocionado a su intervención. Fue todo un adiós. Un adiós en plena crisis.Karra Elejalde fue el primero en subir al escenario para recoger el «Goya», en este caso al mejor actor de reparto por «También la lluvia», la película de Icíar Bollaín, iniciando dos horas de saludos, abrazos, gracias y alguna lágrima. «Qué lástima lo de los "Oscar"», le dijo Buenafuente a Icíar Bollaín, cuya película se quedó a las puertas de la nominación en Hollywood. «Es que los americanos oyen lo de la lluvia y se quedan en Gene Kelly».Había presencia asturiana en las quinielas: Verónica Vigil pugnaba por el premio al mejor corto documental, pero el «Goya» se lo llevó otro: «Memorias de un cine de provincias». Para la gijonesa Vigil la nominación ha sido todo un espaldarazo a su excelente trayectoria. El avilesino Pelayo Gutiérrez formaba parte del equipo de sonido que aspiraba al «Goya» por «También la lluvia», pero no pudo ser porque el galardón se lo llevaron los responsables del sonido de «Buried». Sonia Grandes, por su parte, estaba nominada al mejor diseño de vestuario, pero tampoco pudo ser. Marina Comas se echó a llorar a moco tendido cuando recibió el «Goya» a la mejor actriz revelación por «Pan negro», una de las películas triunfadoras de la noche, mientras que Laia Marull, por la misma película, se llevó el galardón a la mejor actriz de reparto. Marull se hizo con su tercer «Goya» tras haberlo conseguido en ediciones anteriores en las categorías de mejor actriz y mejor actriz revelación. Uno de los capítulos intensos de la noche fue el «Goya» a Javier Bardem por su trabajo en «Biutiful». «Lo recibo como un abrazo de mi profesión», dijo, y se lo dedicó «a mi mujer y mi hijo, que consiguen despertarme todos los días con una sonrisa». Es su quinto «Goya». La ovación de la noche, para el «Goya» de honor, el director Mario Camus.El emocionante «Goya» al documental «Bicicleta, cuchara, manzana» de Pasqual Maragall El ex presidente de la Generalitat catalana, Pasqual Maragall, y su esposa, Diana Garrigosa, protagonizaron uno de los momentos más emocionantes de la gala cuando juntos subieron al escenario para recoger el «Goya» al mejor filme documental, «Bicicleta, cuchara, manzana», que narra en primera persona la lucha de Maragall contra el alzheimer.El auditorio estalló en aplausos mientras la pareja correspondía con una abierta sonrisa. «Yo sólo sé explicar mi vida», dijo Garrigosa, con la esperanza de que esto sirva para que la gente «tome conciencia» de la enfermedad. A Pasqual Maragall le sonó el móvil, se supone que alguien que lo quería felicitar. Miró a su mujer y le echó un piropo perfecto para la noche víspera de San Valentín: «Sin Diana no hay Pasqual».En el exterior del teatro Real se agolparon a última hora de la tarde muchos aficionados deseosos de ver caras conocidas, a pesar de la lluvia y del tiempo desapacible en Madrid, y un grupo numeroso de internautas, muchos de ellos con caretas, que protestaban por la llamada «ley Sinde». Los manifestantes, convocados por el grupo Anonymous, que aglutina en internet las protestas contra las medidas antipiratería promovidas por el Gobierno, gritaban proclamas como «contra la "ley Sinde" el pueblo no se rinde». La Policía vigiló, pero sin intervenir.Mucha Policía que no logró evitar que el ya famoso «friki» de la barretina se colara en la gala mientras se presentaban las candidaturas al mejor actor. El gamberro tuvo 30 segundos de gloria, los justos para balbucir algo poco entendible e instalar su gorro rojo sobre la cabeza del Goya que instantes más tarde iba a ser recogido por Javier Bardem. Tras unos instantes de confusión se lo llevaron sin mucho miramiento. Reaparecerá.El cantante Jorge Drexler logró el «Goya» a la mejor canción por haber compuesto el tema central de la película «Lope». «El cine me está llenando de sorpresas buenísimas», dijo mientras besaba su estatuilla y dedicaba el premio a su pareja, Leonor Watling, embarazada.
lne
Nueve Goyas y no se puede ver en medio país, esto no es de recibo, no que gane si no lo segundo, quiero felicitar a todos los premiados, me alegro que De la Iglesia tenga esa percepción de internet y es que los tiempo cambian y tod@s debemos adaptarnos, me alegro especialmente por el Goya a Mario Camus
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