viernes, 25 de febrero de 2011

La ciencia en España, una carrera de obstáculos

Hace ahora 10 años que comenzó el Programa Ramón y Cajal, que nació con el objetivo de atraer hacia la ciencia española a los cerebros más brillantes de todas las disciplinas científicas. Según opinan algunos investigadores que han formado parte de la iniciativa, ha funcionado correctamente.

Pero eso ha sido durante los años de bonanza económica. La crisis ha acabado con el sueño de que España sea uno de los objetivos atractivos para los mejores investigadores del mundo. Para los científicos que consiguen una de las 250 plazas anuales, el programa Ramón y Cajal supone un contrato de cinco años y el compromiso de los centros de investigación de crear un puesto de trabajo permanente adecuado para el perfil de cada investigador Ramón y Cajal, eso sí, puesto que debían ganar en competencia con cualquier investigador que quisiera optar a la plaza. Pero los ajustes presupuestarios del Gobierno y la reducción del empleo público ha dejado en evidencia al programa estrella de la ciencia española.

Esta misma semana, la plataforma 'Investigación Digna' entregaba una carta al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el Palacio de La Moncloa, en la que 2.500 científicos pedían una solución para aquellos investigadores "que ven como sus contratos se acaban y no pueden optar a una plaza en un Organismo Público de Investigación (OPI) tal y como se les había prometido".

Los miembros de la plataforma han confirmado a EL MUNDO.es su total disposición en fechas y horarios para reunirse con la ministra Garmendia y discutir con ella los contenidos de la carta abierta y la estabilizacion de los contratados RyC.

El ministerio de Ciencia e Innovación ha asegurado que está abierto al diálogo con la comunidad científica para llegar al "máximo consenso" en referencia a la Ley de la Ciencia, tras las críticas recibidas de los investigadores esta semana y tras asegurar que no conocía de primera mano la carta. Sin embargo, fuentes del departamento han señalado que aún no han recibido una solicitud oficial al respecto, según Europa Press.

De momento, parece que la situación ha mejorado con la aprobación de un nuevo decreto ley en el que se especifica que hay áreas, como la investigación, donde se debería hacer una excepción con los recortes de oferta pública de plazas. Sin embargo, las cifras que manejan el Ministerio de Ciencia e Innovación y los investigadores aún no terminan de encajar.

Los Ramón y Cajal en la cuerda floja
En 2009, se terminaron los contratos de la promoción de 2004 y el sistema científico fue incapaz de ofrecer una salida a más del 22% de los investigadores. El año pasado la cifra de científicos de la promoción de 2005 que se quedaban en la calle fue del 45,9%, según los datos de la Encuesta para la evaluación del impacto de los recortes presupuestarios realizada por la Asociación Nacional de Investigadores Ramón y Cajal (ANIRC). Este año, se calcula que superará el 60%.

No sólo se trata de algunos de los mejores científicos en sus respectivos campos, sino que también son personas, con familias, con situaciones personales singulares, a las que se trajo a España bajo la promesa de estabilizar su situación en el sistema científico nacional, una promesa que ahora no se puede cumplir. Muchos de ellos abandonaron plazas fijas en el extranjero con sueldos que doblaban el español para realizar su investigación en España y que el beneficio de su trabajo revierta en su país.

El astrofísico Jorge Sanz Forcada ha pasado casi ocho años investigando fuera de España. Más de tres de ellos en la Universidad de Harvard (EEUU), dos y pico en Italia con un contrato Marie Curie y otros dos en la sede holandesa de la Agencia Espacial Europea. Ha publicado más de 60 publicaciones científicas, habla tres idiomas y colabora con algunos de los investigadores más reputados del mundo en su campo de investigación.

Triunfan en el extranjero
Ahora es jefe de un proyecto científico en el Centro de Astrobiología perteneciente al Centro Europeo de Astronomía Espacial y participa en varios proyectos de telescopios espaciales. Pero su contrato Ramón y Cajal se acaba. Él tiene 'suerte'. Su centro le ha podido hacer un contrato por unos meses. Después tendrá que marcharse. "Desde hace tiempo, me estoy planteando dejarlo", dice. "Si finalmente no se resuelve la situación y mi única opción para seguir investigando fuese salir de España, prefiero cambiar de oficio y dedicarme a la programación o a la universidad privada". Jorge Sanz ha cambiado de país cuatro veces cuando era más joven, pero ahora sus circunstancias personales no le animan a volver a hacerlo.

Sin embargo, otros muchos científicos no han temblado a la hora de acudir a la llamada de institutos de la talla del Max Planck, el MIT o la Universidad de Harvard. A la mayoría de los Ramón y Cajal se los rifan los mejores centros de investigación del mundo. "Yo fui engañada por el programa Ramón y Cajal. La iniciativa es buena, pero es imposible llevarla a cabo", cuenta Eva Navarro, investigadora de la Universidad de Manchester (Reino Unido).

Eva se marchó antes incluso de que terminase su contrato Ramón y Cajal. Actualmente dirige una investigación puntera para mejorar sistemas mecánicos de la ingeniería o la robótica. "Estamos tratando de modelizar el comportamiento humano para saber cómo se organizan las células. Si entendemos eso, podemos entender también cómo se extiende el cáncer", explica. Su trabajo le ha abierto las puertas de la Cámara de los Lores, que la llamaron junto a un grupo de los investigadores más punteros del país para asesorar a la comisión científica que debía decidir el futuro estratégico de la ciencia en el Reino Unido. "Eso es algo que nunca hubiera sucedido en España", lamenta.

"Yo soy el producto de la educación pública española 100%", dice Eva Navarro, "poner a un doctor en la calle te cuesta 30 años y un montón de dinero". Desde el punto de vista económico, la fuga de cerebros es un disparate. Pero la huida de aquellos a los que ya habías atraído previamente es directamente un despropósito.

El coste de formar investigadores
"Formar a cada uno de nosotros ha costado alrededor de 500.000 euros entre becas, congresos y proyectos de investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación", calcula Enric Pallé, científico del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC) y Ramón y Cajal de la promoción 2006. El drama de los investigadores del programa Ramón y Cajal adquiere su máxima expresión precisamente en el IAC. Ahora mismo el instituto cuenta con 10 investigadores pertenecientes al programa. Cuatro de ellos acaban su contrato en un año y otros tres más el año siguiente. Ante la perspectiva de creación de empleo la mayoría, si no todos, se quedarán en la calle.

"Yo tengo garantizado ya seis meses de paro mínimo", dice Enric Pallé. "Aunque se convoquen plazas ahora mismo y las gane, debido a la lentitud del sistema no podría incorporarme hasta octubre de 2012". El caso del IAC está plagado de paradojas. Entre los 10 cerebros en la cuerda floja manejan un presupuesto de cinco millones de euros para investigar y los científicos -entre posdoctorales y estudiantes de doctorado- que dependen de ellos se cuentan por decenas.

Enric Pallé tiene en su equipo a dos investigadores posdoctorales -ya doctores- cuyos contratos se extienden un periodo de tiempo mayor que el suyo. "Si yo pierdo mi empleo, ellos también y los grupos consolidados se desmantelan", cuenta Pallé. Otro de sus colegas y compañero en el IAC, Ignacio Trujillo, tiene un caso muy parecido.

"He formado uno de los grupos más grandes del instituto con 20 investigadores y además dirijo tres tesis doctorales. El Ministerio me acaba de aprobar un proyecto de 300.000 euros para tres años, pero mi contrato solo durará un año más", cuenta incrédulo Ignacio Trujillo. Su preocupación no pasa por quedarse en paro, sabe que le van a contratar en cualquier otro país. "El problema es hacia dónde va España", dice Trujillo.

Apoyo de los directores de los centros
El propio director del Instituto Astrofísico de Canarias, Francisco Sánchez, apunta hacia la misma dirección. "En un momento de crisis como el actual, cuando los países más avanzados están llevando a cabo estrategias para captar materia gris, como mano de obra fundamental para ganar posiciones en la economía global, resulta un despilfarro loco echar a la calle a nuestros jóvenes investigadores mejor formados y más competitivos: los Ramón y Cajal. ¡Con lo que ha costado formar y retener a los mejores!", exclama Sánchez. "Estos cerebros no se perderán para la ciencia y la tecnología, pues serán muy bien acogidos en otros países, se perderán para España. Y nuestro país seguirá retrocediendo en este mundo globalizado. ¡Qué tristeza!".

Es llamativo comprobar en las conversaciones con los investigadores que acudieron a la llamada del programa Ramón y Cajal el deseo de dinamizar la ciencia española y de situarla entre la élite mundial que invade a casi todos ellos. Ricardo Madrid dirige en el Hospital Gergorio Marañon de Madrid un proyecto puntero que intenta descifrar los elementos de la maquinaria celular del individuo que el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) secuestra durante su ciclo vital. Y ya seguía esa línea de trabajo durante los seis años que pasó entre Francia y Holanda.

"El problema es que vuelves a España para revertir el beneficio de tu investigación en tu país y, lejos de premiarte, te conviertes en un posdoc de lujo", dice Ricardo Madrid. No quiere irse al extranjero, pero también teme que se pierdan todas las ideas para luchar contra el SIDA que abarrotan su cabeza. "Yo quiero luchar porque este país salga de su mediocridad científica, volver al extranjero es la última opción".

Según las cuentas realizadas por la ANIRC, el problema afecta a cerca de 185 investigadores. "Estabilizarlos a todos no llega a 10 millones de euros al año", calcula Ignacio Trujillo. Esa cantidad es lo que cuesta la mejora de 30 kilómetros de una carretera. Carlos Óscar Sorzano, presidente de ANIRC, asegura que el problema no lo puede solucionar el Ministerio de Ciencia e Innovación, ya que la convocatoria de empleo depende de Administraciones Públicas. Mientras tanto el mensaje que se lanza a los jóvenes investigadores es que lo dejen o que continúen su trabajo fuera de España.

elmundo

Nos cuesta una pasta preparar ciudadanos para que luego no encuentren ningún acomodo según sus estudios, quien no invierte en einvestugación pagará luego mucho más en las patentes de los descubrimientos de esta gente, unvertir en investigación es rentable, hay que cumplir cn los compromisos adquiridos, se está tirando dinero en otros temas y no se quiere cubrir la investigación, hay que sensibilizarse que es muy importante educar estos cerebros y luego saber sacarles el provecho que lógicamente emana de sus conocimientos, en el Ramón y Cajal y donde estén

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