A las ocho y cuarto del 24 de enero de 2009, Marta del Castillo emprendió un camino sin retorno desde el puente de Triana hasta la calle León XIII. Terminaba, sin saberlo, una cuenta atrás que había comenzado casi tres horas antes, cuando el que había sido su novio y al que seguía considerando su amigo, Miguel Carcaño, pulsó el portero automático de su casa, en la calle Argantonio. Esas tres horas, las últimas tres horas de la vida de Marta, no tuvieron nada de extraño, ningún signo, ninguna peculiaridad que hiciese sospechar a sus amigos o a sus padres que aquella tarde iba a ser la postrera. Marta no regresó nunca de León XIII y hoy, cuando se cumple un año de su desaparición, nadie sabe con certeza qué le pasó ni mucho menos dónde está su cuerpo.
Doce meses de investigaciones más o menos infructuosas, conmoción general y un sufrimiento sin medida después, EL MUNDO de Andalucía reconstruye las últimas horas en la vida de Marta del Castillo a través de quienes mejor la conocían, sus amigos. A su pandilla del barrio, a sus compañeros del colegio y a los colegas de toda la vida interrogó la Policía Nacional entre el 26 y el 29 de enero y a través de sus declaraciones se escribe esta historia, el relato de una tarde normal de una adolescente normal a la que aguardaba un destino nada normal.
Fue su amigo Ángel Reina, aprendiz de bordador de Semana Santa, el que despidió para siempre a Marta cuando se alejaba con Miguel por el puente de Triana. Habían quedado aquella tarde para visitar al Cristo de la Tres Caídas, pero la capilla estaba cerrada y el encuentro se quedó en una conversación de cinco minutos que Carcaño observó a distancia. Eran las 20.10 horas: "Marta llegó acompañada de un chaval; me lo presentó pero no recuerdo su nombre. Venían montados en una moto, tipo scooter de color rojo y negro, creo que era una réplica del piloto de Checa. Como la iglesia estaba cerrada, charlamos cinco minutos y nos despedimos. No noté nada raro".
El rastro de Marta desde el puente de Triana llega hasta León XIII, allí se pierde definitivamente. Miguel, siempre Miguel, la acompañó toda la tarde y, según su propia confesión, fue la última persona a la que vio.
Su asesino entró en escena sobre las 17.30 horas. Marta chateaba por internet con una sus amigas, con Silvia, a la que comentó sus dudas sobre con quién iba a salir aquella tarde. Lo que tenía claro Marta es que iba a salir. Faltaban quince minutos para las seis y Marta le escribió su último mensaje a Silvia:"Illa, me voy a bajar ya que Migue está abajo y quiere hablar conmigo, luego te cuento".
'Te odio', escribió dos días antes
Sólo un par de día antes, Marta escribió en el chat "te odio" refiriéndose, al parecer, a Miguel. Tenían que hablar, le comentó a sus amigos, sobre ciertos rumores que su ex pareja había difundido.
Un cuarto de hora después, ya en compañía de Miguel, se encontró con una compañera de clase, Rocío, a la que tenía que entregar unos apuntes. Se vieron en la calle Nicasio Gallego y Carcaño, como volvería a hacer después, lo observó todo desde la distancia: "Marta me entregó los apuntes y me dijo que venía con Miguel en la moto. Yo vi que, a unos 30 metros había un chico en una moto de color rojo y que llevaba un casco negro, pero no puedo decir si era Miguel. Marta me dio los apuntes, me dijo que ya hablaríamos y se marchó".
La siguiente parada en aquella tarde en la que aún ni se atisbaba la tragedia fue la plaza donde habitualmente se reunía la pandilla del barrio. Los amigos de siempre, los de toda la vida estaban allí y Marta los saludó tras pasar por el quiosco que hay a poca distancia, en la misma acera.
"Marta estaba con Miguel, con Cuco y con Gonzalo. Yo le pregunté si iba a venir con nosotros al centro y me dijo que no, que iba a ir con Miguel a ver el Cristo de las Tres Caídas y que luego se iba a pasar a ver a un amigo suyo llamado Ángel".
Las palabras son de Carlos, otro de los miembros de la pandilla con el que coincidió en la plaza de Virgen de Gracia, donde la joven permaneció hasta cerca de las ocho de la tarde. Lo recuerda Gonzalo: "Marta me dijo que venían de comprar chucherías y que iba a ir al puente de Triana a ver a Ángel y después a ver el Cristo de las Tres Caídas. Con Miguel hablé poco, le pregunté cómo le iban las cosas. Nos despedimos y cuando me marchaba escuché arrancar la moto de Miguel".
Cita en el barrio de Nervión
Antes de eso, Marta habló por teléfono con Luis, un compañero del colegio con el que había quedado días atrás después de varios intentos. La conversación tuvo lugar a las 18.45 horas y Miguel volvía a estar presente: "Llamé a Marta desde mi casa y me dijo que quedábamos en Nervión, después de que pasase por Triana. Me dijo que vendría con las amigas y con un ex".
Luis no sabía entonces que se refería a Carcaño, pero sí notó algo que le llamó la atención: "De fondo escuché voces de chicas y de al menos un chico y parece que a ése no le gustó el comentario del ex".
Marta quedó en que le daría "un toque" a Luis cuando estuviese cerca de Nervión, aunque le advirtió que era posible que no acudiese si era demasiado tarde. No hubo ningún toque, ni sms ni llamada de Marta, pero a Luis no le extrañó. Salió con sus amigos y no fue hasta el domingo cuando se enteró que a la hora en la que debían haberse visto, Marta se encontraba ya en paradero desconocido.
Más allá de la cuenta atrás, antes de ese momento fatídico en el que Miguel llamó al portero automático del piso de la familia Del Castillo, el resto de aquel día no fue nada extraordinario. Marta pasó buena parte del día delante de su ordenador, chateando con sus amigos y mandando mensajes a través de las redes sociales a las que pertenecía. En especial a través de Tuenti, en la que felicitó por su cumpleaños a su amigo Daniel. O en el 'messenger', mediante el que conversó con Sergio, quien le invitó a una fiesta que rechazó. No le apetecía, le respondió a su amigo.
También la película que había visto con sus amigos el día anterior, 'La semilla del mal', ocupó parte de esa mañana. La comentó con otra de sus amigas, con Alejandra, con la que habló por teléfono en torno a las dos de la tarde. Y se pensó mucho lo que iba a hacer después, como declaró su amiga Laura a la Policía.
Una chica "alegre", que aspiraba a trabajar en un jardín de infancia, a la que le gustaba el cine, salir con su pandilla, que mantenía una excelente relación con sus padres y que no tenía ningún motivo para desaparecer. Así definieron a Marta del Castillo quienes mejor la conocían, sus amigos, aquellos que fueron testigos de sus últimas horas, de sus tres últimas horas.
Fueron tres horas, apenas tres horas en las que Marta recorrió algo más que la distancia que separa su barriada, Tartessos, de Triana y de Triana a la Macarena. Cuando pisó el umbral del número 78 de León XIII abrió una enorme herida de dolor en su familia, en su ciudad, en su país. Una herida que, un año después, no ha cicatrizado. Una herida que aún sangra.
elmundo
Ya ha pasado un año y solamente hay un detenido, la chica sigue sin aparecer, una familia sufriendo y una sociedad perpleja pensando cómo es posible que ocurra un suceso como este y no se vislumbre luz en él, ni siquiera un año después, teenmos un relato del recorrido del último día de Marta, si iba acompañada de ese indivíduo debe ser muy frio , en esta URL pueden verse los lugares que Marta recorrió esa tarde, URL:
Doce meses de investigaciones más o menos infructuosas, conmoción general y un sufrimiento sin medida después, EL MUNDO de Andalucía reconstruye las últimas horas en la vida de Marta del Castillo a través de quienes mejor la conocían, sus amigos. A su pandilla del barrio, a sus compañeros del colegio y a los colegas de toda la vida interrogó la Policía Nacional entre el 26 y el 29 de enero y a través de sus declaraciones se escribe esta historia, el relato de una tarde normal de una adolescente normal a la que aguardaba un destino nada normal.
Fue su amigo Ángel Reina, aprendiz de bordador de Semana Santa, el que despidió para siempre a Marta cuando se alejaba con Miguel por el puente de Triana. Habían quedado aquella tarde para visitar al Cristo de la Tres Caídas, pero la capilla estaba cerrada y el encuentro se quedó en una conversación de cinco minutos que Carcaño observó a distancia. Eran las 20.10 horas: "Marta llegó acompañada de un chaval; me lo presentó pero no recuerdo su nombre. Venían montados en una moto, tipo scooter de color rojo y negro, creo que era una réplica del piloto de Checa. Como la iglesia estaba cerrada, charlamos cinco minutos y nos despedimos. No noté nada raro".
El rastro de Marta desde el puente de Triana llega hasta León XIII, allí se pierde definitivamente. Miguel, siempre Miguel, la acompañó toda la tarde y, según su propia confesión, fue la última persona a la que vio.
Su asesino entró en escena sobre las 17.30 horas. Marta chateaba por internet con una sus amigas, con Silvia, a la que comentó sus dudas sobre con quién iba a salir aquella tarde. Lo que tenía claro Marta es que iba a salir. Faltaban quince minutos para las seis y Marta le escribió su último mensaje a Silvia:"Illa, me voy a bajar ya que Migue está abajo y quiere hablar conmigo, luego te cuento".
'Te odio', escribió dos días antes
Sólo un par de día antes, Marta escribió en el chat "te odio" refiriéndose, al parecer, a Miguel. Tenían que hablar, le comentó a sus amigos, sobre ciertos rumores que su ex pareja había difundido.
Un cuarto de hora después, ya en compañía de Miguel, se encontró con una compañera de clase, Rocío, a la que tenía que entregar unos apuntes. Se vieron en la calle Nicasio Gallego y Carcaño, como volvería a hacer después, lo observó todo desde la distancia: "Marta me entregó los apuntes y me dijo que venía con Miguel en la moto. Yo vi que, a unos 30 metros había un chico en una moto de color rojo y que llevaba un casco negro, pero no puedo decir si era Miguel. Marta me dio los apuntes, me dijo que ya hablaríamos y se marchó".
La siguiente parada en aquella tarde en la que aún ni se atisbaba la tragedia fue la plaza donde habitualmente se reunía la pandilla del barrio. Los amigos de siempre, los de toda la vida estaban allí y Marta los saludó tras pasar por el quiosco que hay a poca distancia, en la misma acera.
"Marta estaba con Miguel, con Cuco y con Gonzalo. Yo le pregunté si iba a venir con nosotros al centro y me dijo que no, que iba a ir con Miguel a ver el Cristo de las Tres Caídas y que luego se iba a pasar a ver a un amigo suyo llamado Ángel".
Las palabras son de Carlos, otro de los miembros de la pandilla con el que coincidió en la plaza de Virgen de Gracia, donde la joven permaneció hasta cerca de las ocho de la tarde. Lo recuerda Gonzalo: "Marta me dijo que venían de comprar chucherías y que iba a ir al puente de Triana a ver a Ángel y después a ver el Cristo de las Tres Caídas. Con Miguel hablé poco, le pregunté cómo le iban las cosas. Nos despedimos y cuando me marchaba escuché arrancar la moto de Miguel".
Cita en el barrio de Nervión
Antes de eso, Marta habló por teléfono con Luis, un compañero del colegio con el que había quedado días atrás después de varios intentos. La conversación tuvo lugar a las 18.45 horas y Miguel volvía a estar presente: "Llamé a Marta desde mi casa y me dijo que quedábamos en Nervión, después de que pasase por Triana. Me dijo que vendría con las amigas y con un ex".
Luis no sabía entonces que se refería a Carcaño, pero sí notó algo que le llamó la atención: "De fondo escuché voces de chicas y de al menos un chico y parece que a ése no le gustó el comentario del ex".
Marta quedó en que le daría "un toque" a Luis cuando estuviese cerca de Nervión, aunque le advirtió que era posible que no acudiese si era demasiado tarde. No hubo ningún toque, ni sms ni llamada de Marta, pero a Luis no le extrañó. Salió con sus amigos y no fue hasta el domingo cuando se enteró que a la hora en la que debían haberse visto, Marta se encontraba ya en paradero desconocido.
Más allá de la cuenta atrás, antes de ese momento fatídico en el que Miguel llamó al portero automático del piso de la familia Del Castillo, el resto de aquel día no fue nada extraordinario. Marta pasó buena parte del día delante de su ordenador, chateando con sus amigos y mandando mensajes a través de las redes sociales a las que pertenecía. En especial a través de Tuenti, en la que felicitó por su cumpleaños a su amigo Daniel. O en el 'messenger', mediante el que conversó con Sergio, quien le invitó a una fiesta que rechazó. No le apetecía, le respondió a su amigo.
También la película que había visto con sus amigos el día anterior, 'La semilla del mal', ocupó parte de esa mañana. La comentó con otra de sus amigas, con Alejandra, con la que habló por teléfono en torno a las dos de la tarde. Y se pensó mucho lo que iba a hacer después, como declaró su amiga Laura a la Policía.
Una chica "alegre", que aspiraba a trabajar en un jardín de infancia, a la que le gustaba el cine, salir con su pandilla, que mantenía una excelente relación con sus padres y que no tenía ningún motivo para desaparecer. Así definieron a Marta del Castillo quienes mejor la conocían, sus amigos, aquellos que fueron testigos de sus últimas horas, de sus tres últimas horas.
Fueron tres horas, apenas tres horas en las que Marta recorrió algo más que la distancia que separa su barriada, Tartessos, de Triana y de Triana a la Macarena. Cuando pisó el umbral del número 78 de León XIII abrió una enorme herida de dolor en su familia, en su ciudad, en su país. Una herida que, un año después, no ha cicatrizado. Una herida que aún sangra.
elmundo
Ya ha pasado un año y solamente hay un detenido, la chica sigue sin aparecer, una familia sufriendo y una sociedad perpleja pensando cómo es posible que ocurra un suceso como este y no se vislumbre luz en él, ni siquiera un año después, teenmos un relato del recorrido del último día de Marta, si iba acompañada de ese indivíduo debe ser muy frio , en esta URL pueden verse los lugares que Marta recorrió esa tarde, URL:
4 comentarios:
Ya ha pasado un año... qué rápido pasa todo. Un besote.
Ha pasado ya un año aí, aunque parece mentira y todo igual, un besote Hécuba
Todo un año ha pasado y la familia sigue sin saber donde está el cuerpo de su hija y esos sinverguenzas es para encerrarlos de por vida, cada día yo estoy más de acuerdo con la cadena perpetua porque es lo único que se merecen indeseables como estos.
Un abrazo
Me cuesta lo de la cadena perpetua por las injusticias que a veces se cometen contra inocentes, pero también me fastidia las injusticias que producen estas situaciones de gente burlándose de todo el mundo y esta marta sin aparecer, es tremando
Un fuerte abarzo y muchas gracias pro_mágica
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