miércoles, 9 de mayo de 2012

Moneo Premio Príncipe de Asturias de las letras



Rafael Moneo será el sexto arquitecto que cuente en su currículo con el Premio príncipe de Asturias de las Artes, según ha decidido esta mañana el jurado reunido en Oviedo. Moneo suma así el premio a los grandes reconocimientos de su carrera (premios Pritzker, RIBA y Mies van der Rohe) y se une al club de colegas que han sido homenajeados en Asturias: Niemeyer, Sáenz de Oíza, Foster, Calatrava...

El nombre de Sáenz de Oíza sirve para entender el valor de la figura del arquitecto navarro (Tudela, 1937), ya que una de las claves de su carrera fue la de dar continuidad al trabajo de los grandes nombres de la Escuela de Arquitectura Madrid en la posguerra (el propio Oíza, De la Sota...) y llevarlos a otro lugar. Moneo fue siempre un arquitecto con un conocimiento enciclopédico de su arte, que abrió puertas al campo al incorporar modos y elementos de la arquitectura organicista del norte de Europa.

Trabajó en el despacho de Jorn Utzon en los años 60 después de plantarse ante su puerta un día para conocer al arquitecto de la ópera de Sydney; estudió en la Academia de España de Roma; se inició en la docencia en Barcelona, donde vivió casi 10 años y, ya en los 70, cuando la arquitectura española era un asunto ensimismado y poco cosmopolita, empezó a trabajar y a dar clases en Estados Unidos y en Suiza. En particular, es importante su trabajo en Harvard, donde su enseñanza entronca con la de Josep Lluís Sert.

Pero lo que de verdad le ha dado relevancia a Moneo ha sido el trabajo del estudio que abrió en Madrid en 1973. Su primer gran proyecto gue la sede del Bankinter casi en la orilla del Paseo de La Castellana. Después, el Ayuntamiento de Logroño y el Museo Romano de Mérida, afianzaron un aire de familia, un estilo reconocible. La ampliación de la Estación de Atocha dio relevancia a su nombre entre los no profesionales. Y el Museo Thyssen lo ligó al ennoblecimiento del centro de Madrid.

Después, L'Auditori de Barcelona fue un presagio de los nuevos lenguajes que empapaban su arquitectura y que se plasmaron en el Palacio Kursaal de San Sebastián, su obra más apreciada y quizá la más intelectualizada, la que convirtió a Moneo en un arquitecto famoso en todo el mundo. A partir de ahí, su agenda ha incluido proyectos en Los Ángeles, Bélgica, Estocolmo o Basilea, además de la ampliación del Museo del Prado, el reencuentro de Moneo con el gran escenario de su trabajo.

Moneo, en realidad, vive y trabaja un poco más al norte, entre los chalés del Viso, donde no es difícil cruzarse con su figura desgarbada y, a menudo tocada con un sombrero Panamá. Su trato es amable, casi dulce pero casi distante. "El arquitecto tiene un modo de pensar, pero debe de atender también a las obligaciones con el mundo real. Ya sean técnicas o del contexto donde se inserta la obra", dijo Moneo tras conocer que había recibido el Pritzker. "La arquitectura participa de los mismos problemas que tiene la obra de arte, pero se transforma cuando asume unas cargas culturales y soporta los intereses de quienes la promueven. Trasciende los deseos de quien la proyecta y se convierte en realidad cotidiana. Ese paso de lo propio, de lo que te pertenece, a lo que pasa a ser propiedad de todos da peculiaridad a la labor arquitectónica".

elmundo

Moneo ha sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, FELICIDADES!

2 comentarios:

Boris dijo...

Lo mejores arquitectos han ganado nuestro premio y es normal que alguien como Moneo con ese curriculun también se merecía el premio, a ver si el nivel sigue entre los demás galardonados, seguro que si

silvo dijo...

Moneo se suma a una gran nómina de premiados, sí, a ver si nos regala algo, saludos Boris