martes, 5 de julio de 2011

François Mauriat

No siento el menor deseo de jugar en un mundo en el que todos hacen trampas

La muerte no nos roba a los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente


Nuestra vida vale lo que nos ha costado en esfuerzo

Nada es verdaderamente grave para los seres incapaces de amar


Los hombres de estado son como los cirujanos: sus errores son mortales


La primera no me extraña, no merece la pena jugar si hay trampas y las hay

La segunda nos deja claro la inmortalidad en quienes fuimos eco de esos seres queridos, muchas veces las personas se enfadan en vida y se produce esa auténtica muerte

La tercera es sobre la valoración de lo conseguido

La cuarta habla de la falta de sentimientos de quien no puede amar

La quienta es para que los hombres de estado la tengan en cuenta

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