Inyecta botox a su hija de 8 años «por su bien»

El rostro de Britney Campbell no tiene una sola arruga. La piel está tersa y no hay ni rastro de patas de gallo. Quizás sea porque se somete a un tratamiento de botox cada tres meses. O quizás porque sólo tiene ocho años. El caso de la pequeña Campbell, desvelado por el diario sensacionalista The Sun, ha generado en el Reino Unido una corriente de indignación no sólo por lo innecesario de someter a la pequeña a esta terapia, sino por los argumentos que esgrime la madre para justificarlo. La mujer, una fanática de los concursos de belleza, tiene la obsesión de que su hija triunfe de mayor en el mundo del espectáculo, y por eso no dudó en darle la explicación más directa a su hija para justificar el tratamiento: “Es por tu bien y para garantizar tu futuro”. Por ello, Britney, que vive en la ciudad de Birmingham, se somete cada tres meses a inyecciones de botox en la frente, alrededor de los ojos y de los labios, así como a sesiones de depilación con cera para evitar el crecimiento de pelo, en un futuro, claro. O dicho de otra forma: algo así como un tratamiento preventivo con botox. Tratamiento de belleza para prevenir arrugas Según explica al periódico inglés la madre (que no duda incluso en sacar a la pequeña en la camilla de la clínica a punto de recibir una inyección más) al principio la niña se quejaba de que era doloroso, pero ahora está encantada. Y como se puede comprobar por sus declaraciones, se ha contagiado ya de la obsesión de su madre. "Cada noche compruebo si me han salido más arrugas y si veo alguna quiero más inyecciones", asegura la niña. "Lo que estoy haciendo por ella, porque le va a ayudar a ser una estrella –apostilla la madre-. Sé que un día va a ser modelo, actriz o cantante, y hacer estos tratamientos de belleza ahora va a asegurar que se mantenga fresca y con cara de bebé". Su comportamiento ha generado una ola de críticas en el Reino Unido y la petición de que no se permita que la pequeña se someta a este tipo de tratamientos tan joven.

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Ya está mal que una madre haga eso a su hija de ocho años que para qué va a necesitar semejante "tratamiento", además del daño físico de poner algo innnecesario está el sicológico que esta niña temdrá pues o odia esto, que parece que no (al menos ahora) o se volverá obsesiva, pero lo peor es que haya quien lo haga, aunque venga acompañada de una menor, los profesionales de esto deben tener ética,