Muchos ni siquiera saben si es rubia o morena, cantante o actriz, alta o baja. No la han visto jamás. Pero les han dicho que una chica muy guapa y muy famosa llamada Eva lleva por apellido el nombre de su pueblo, Longoria, y lo que es más importante, ha dicho que les va a visitar en noviembre con sus padres para conocer sus orígenes. Y están encantados. Los cerca de 60 vecinos de este pequeño pueblo asturiano del municipio de Belmonte de Miranda esperan que llegue el día, pero temen que a la actriz de la popular serie Mujeres desesperadas le desilusione.
Algunos no se lo terminan de creer, aunque ante la presencia de algún periodista preguntan: «O sea, que es verdad que viene. Pero, ¿cuándo? Hay que saberlo». Lo dice Rosa María Fernández, una de las vecinas. «No vaya a ser que venga y no estemos preparaos. Además habrá que juntase con los de otros pueblos como hacen cuando vienen los Príncipes, pa hacer bultu».
Hace más de un año que un tío de la estrella de Hollywood confirmaba a la prensa los orígenes asturianos de la joven. Luego fue ella misma la que anunció una visita al Principado con su padre Enrique Longoria y su madre Eva Mireles para conocer el lugar del que proceden. Su ascendencia asturiana se remonta a un tal Lorenzo Suárez de Longoria que llegó al virreinato de Nueva España en México en el año 1603 desde el pueblo de Longoria. En Sevilla tomó un barco que lo llevó a América, donde fundó una familia que, tras varias generaciones, acabaría en el Sur de Texas. Allí, en Rachal, condado de Brooks, nació el padre de Eva y allí conoció a su esposa y madre de la actriz. También en Texas, en Corpus Christi, nació hace 34 años esta actriz -considerada una de las más deseadas del mundo- que ahora quiere rastrear en su pasado.
SE ENCONTRARÁ CON...
Longoria es un pequeño pueblo de 24 casas situado a escasos metros de la carretera general que hace años lo atravesaba. Hay dos o tres vecinos en cada vivienda. Pero nadie allí conserva el apellido de Longoria. Solo Jesús -o Suso- del pueblo de al lado, Hospital, comparte apellido con la actriz, aunque lamentablemente para él, ni rastro de parentesco. También les han llamado desde el Ayuntamiento buscando raíces, pero nada.
Todos preguntan, pero lo único que queda en el pueblo que recuerde aquel Longoria que abandonó Asturias es la casa en la que habitó, la mejor y más antigua, la que ostenta un escudo con un león y algún trozo desprendido por un balazo en la guerra civil. En ella viven José y Uvaldina, un matrimonio mayor pero lleno de vitalidad. La compraron y restauraron hace 30 años. «Había dentro hasta una capilla, pero la cambiamos por una cocina, hacía más falta», dice, riendo, ella, y en las caballerizas ahora están las vacas.
Están acostumbrados a que el que para en el pueblo haga fotos a su casona de piedra, así que no tienen ningun reparo en posar. Pegado a la casa, un hórreo, muy bien cuidado, en el que no falta ni el maíz colgado ni las calabazas. Una estampa de lo más rural que nos enseña encantado José sin bajarse de sus madreñas. «Esto seguro que no lo vio ni se lo puso en los pies esa Eva nunca», bromea. Y es que dicen que la actriz luce el 1,57 más deseado de Estados Unidos, pero jamás va sin tacones. «Si es por eso, que no se preocupe -bromea Ángel Pérez, otro de los vecinos- que el pueblo ta asfaltao».
...PERO NO HAY...
Lo que no se va a encontrar la actriz es a nadie de su generación. Los jóvenes, sobre todo las mujeres, se han ido a estudiar o a trabajar a la ciudad, y algunos ni siquiera vuelven el fin de semana. Entre los que quedan, la media de edad ronda los 70-75 años. Hay alguno más jóven, casi todos hombres y solteros como José Manuel García. Según él, «ninguna quier quedase pa la labranza»
Ante la posible presencia de Longoria pregunta: «¿Y dices que está casada?» Si, con un jugador de la NBA, Tony Parker. «Oye, pues a ése lu conozco yo», espeta María del Carmen, otra de las vecinas que deja a los presentes de piedra. «Es que yo series y películas no veo pero me gusta mucho el baloncesto». Y añade: «Creo que ye muy pequeña». «Sí, pero la colonia no viene en garrafones», responde el soltero. «Traerá dinero bastante, ¿no?», preguntan entre risas algunos. «¿Pa qué? Si no va a tener en qué gastarlo?» contesta Germán García. En Longoria no hay ni bar, el último cerrró hace ya 20 años porque no vendía, el más cercano está a un kilómetro.
Hay quien dice que además la actriz prepara un documental para televisión sobre sus orígenes, de los que se siente muy orgullosa. Dicen también que lo demuestra luciendo, cuando puede, una cruz de la victoria, símbolo del Principado.
En Longoria la historia de la emigración ya les suena. Desde hace dos siglos muchos han salido en busca de un futuro mejor. Algunos han vuelto en busca de recuerdos, pero lo que todos tienen claro es que «aquí la Eva no se va a quedar», aunque temen que el pueblo se ponga de moda y venga «hasta la tele». José, más optimista, comenta: «Quién sabe, lo que sobran son fincas pa comprar, y un poco de alegría siempre se agradece».
elmundo
Algunos no se lo terminan de creer, aunque ante la presencia de algún periodista preguntan: «O sea, que es verdad que viene. Pero, ¿cuándo? Hay que saberlo». Lo dice Rosa María Fernández, una de las vecinas. «No vaya a ser que venga y no estemos preparaos. Además habrá que juntase con los de otros pueblos como hacen cuando vienen los Príncipes, pa hacer bultu».
Hace más de un año que un tío de la estrella de Hollywood confirmaba a la prensa los orígenes asturianos de la joven. Luego fue ella misma la que anunció una visita al Principado con su padre Enrique Longoria y su madre Eva Mireles para conocer el lugar del que proceden. Su ascendencia asturiana se remonta a un tal Lorenzo Suárez de Longoria que llegó al virreinato de Nueva España en México en el año 1603 desde el pueblo de Longoria. En Sevilla tomó un barco que lo llevó a América, donde fundó una familia que, tras varias generaciones, acabaría en el Sur de Texas. Allí, en Rachal, condado de Brooks, nació el padre de Eva y allí conoció a su esposa y madre de la actriz. También en Texas, en Corpus Christi, nació hace 34 años esta actriz -considerada una de las más deseadas del mundo- que ahora quiere rastrear en su pasado.
SE ENCONTRARÁ CON...
Longoria es un pequeño pueblo de 24 casas situado a escasos metros de la carretera general que hace años lo atravesaba. Hay dos o tres vecinos en cada vivienda. Pero nadie allí conserva el apellido de Longoria. Solo Jesús -o Suso- del pueblo de al lado, Hospital, comparte apellido con la actriz, aunque lamentablemente para él, ni rastro de parentesco. También les han llamado desde el Ayuntamiento buscando raíces, pero nada.
Todos preguntan, pero lo único que queda en el pueblo que recuerde aquel Longoria que abandonó Asturias es la casa en la que habitó, la mejor y más antigua, la que ostenta un escudo con un león y algún trozo desprendido por un balazo en la guerra civil. En ella viven José y Uvaldina, un matrimonio mayor pero lleno de vitalidad. La compraron y restauraron hace 30 años. «Había dentro hasta una capilla, pero la cambiamos por una cocina, hacía más falta», dice, riendo, ella, y en las caballerizas ahora están las vacas.
Están acostumbrados a que el que para en el pueblo haga fotos a su casona de piedra, así que no tienen ningun reparo en posar. Pegado a la casa, un hórreo, muy bien cuidado, en el que no falta ni el maíz colgado ni las calabazas. Una estampa de lo más rural que nos enseña encantado José sin bajarse de sus madreñas. «Esto seguro que no lo vio ni se lo puso en los pies esa Eva nunca», bromea. Y es que dicen que la actriz luce el 1,57 más deseado de Estados Unidos, pero jamás va sin tacones. «Si es por eso, que no se preocupe -bromea Ángel Pérez, otro de los vecinos- que el pueblo ta asfaltao».
...PERO NO HAY...
Lo que no se va a encontrar la actriz es a nadie de su generación. Los jóvenes, sobre todo las mujeres, se han ido a estudiar o a trabajar a la ciudad, y algunos ni siquiera vuelven el fin de semana. Entre los que quedan, la media de edad ronda los 70-75 años. Hay alguno más jóven, casi todos hombres y solteros como José Manuel García. Según él, «ninguna quier quedase pa la labranza»
Ante la posible presencia de Longoria pregunta: «¿Y dices que está casada?» Si, con un jugador de la NBA, Tony Parker. «Oye, pues a ése lu conozco yo», espeta María del Carmen, otra de las vecinas que deja a los presentes de piedra. «Es que yo series y películas no veo pero me gusta mucho el baloncesto». Y añade: «Creo que ye muy pequeña». «Sí, pero la colonia no viene en garrafones», responde el soltero. «Traerá dinero bastante, ¿no?», preguntan entre risas algunos. «¿Pa qué? Si no va a tener en qué gastarlo?» contesta Germán García. En Longoria no hay ni bar, el último cerrró hace ya 20 años porque no vendía, el más cercano está a un kilómetro.
Hay quien dice que además la actriz prepara un documental para televisión sobre sus orígenes, de los que se siente muy orgullosa. Dicen también que lo demuestra luciendo, cuando puede, una cruz de la victoria, símbolo del Principado.
En Longoria la historia de la emigración ya les suena. Desde hace dos siglos muchos han salido en busca de un futuro mejor. Algunos han vuelto en busca de recuerdos, pero lo que todos tienen claro es que «aquí la Eva no se va a quedar», aunque temen que el pueblo se ponga de moda y venga «hasta la tele». José, más optimista, comenta: «Quién sabe, lo que sobran son fincas pa comprar, y un poco de alegría siempre se agradece».
elmundo
Eva me parece que te vas a encontrar con buena gente, están esperándote, anda que uuna vecina conoce a Parker, jaja se preocupan por si trao o no dinero, "pa que si no tiene donde gastarlo!"jaja, el que vive en la csona que tenía una capilla pero la cambiaron por una cocina que hacía más falta jajaj
2 comentarios:
Le van a dar una buena bienvenida. Un abrazo
Si, cuando vaya se va a hacer con un@s cuant@s inciondicionales
Un fuerte abarzo pro_mágica
Publicar un comentario