El histórico 'Gramadoelas' de Johannesburgo, el primer gran restaurante que desafió al 'apartheid' permitiendo la entrada a clientes negros, ha servido por última vez su célebre bufé 'pan-sudafricano' y ha echado el cierre.
Su apuesta contra la segregación racial llegó casi por casualidad, después de que el Gobierno sudafricano del régimen no contestara al teléfono para autorizar la reserva de un grupo de políticos estadounidenses que incluía a negros.
Los propietarios se aventuraron a servir esa comida, y la falta de respuesta oficial del régimen racista del 'apartheid' a su transgresión les dio confianza para permitir la entrada a cualquier raza.
"Si de manera excepcional queríamos servir a gente negra o mulata debíamos llamar a Pretoria para pedir permiso", rememora Eduan Naudé, dueño y fundador del establecimiento, que cerró el pasado julio tras más de cuatro décadas con los fogones encendidos.
"En una ocasión, tuvimos una reserva de un grupo de políticos estadounidenses, algunos de ellos negros, pero nadie contestaba al teléfono de Pretoria", relata Naudé, quien junto a su socio y compañero sentimental, Brian Shalkoff, decidieron probar suerte.
"La Policía no intervino y a partir de aquel día abrimos las puertas a todos. Creo que fuimos los primeros", cuenta el hostelero.
Esta singularidad, junto a una evocadora decoración de época, lo convirtió a lo largo de su dilatada trayectoria en uno de los restaurantes que mejor refleja la diversidad de Sudáfrica.
"Hemos sido los primeros en ofrecer todas las cocinas sudafricanas", dice con satisfacción Naudé, quien, pese a sus 82 años, lamenta tener que echar el cierre de su restaurante.
La vida de este mítico local se apaga al expirar la concesión del espacio que ocupa en el famoso Market Theatre, en el centro de Johannesburgo.
elmundo
Algo así no debería cerrar nunca, debería quedar como símbolo de algo muy bello como es la sana convivencia
Su apuesta contra la segregación racial llegó casi por casualidad, después de que el Gobierno sudafricano del régimen no contestara al teléfono para autorizar la reserva de un grupo de políticos estadounidenses que incluía a negros.
Los propietarios se aventuraron a servir esa comida, y la falta de respuesta oficial del régimen racista del 'apartheid' a su transgresión les dio confianza para permitir la entrada a cualquier raza.
"Si de manera excepcional queríamos servir a gente negra o mulata debíamos llamar a Pretoria para pedir permiso", rememora Eduan Naudé, dueño y fundador del establecimiento, que cerró el pasado julio tras más de cuatro décadas con los fogones encendidos.
"En una ocasión, tuvimos una reserva de un grupo de políticos estadounidenses, algunos de ellos negros, pero nadie contestaba al teléfono de Pretoria", relata Naudé, quien junto a su socio y compañero sentimental, Brian Shalkoff, decidieron probar suerte.
"La Policía no intervino y a partir de aquel día abrimos las puertas a todos. Creo que fuimos los primeros", cuenta el hostelero.
Comida sudafricana
Pero el 'Gramadoelas', que ha dado de comer a personalidades como la reina Isabel II de Inglaterra o el ex presidente sudafricano Nelson Mandela, también es famoso por el citado bufé 'pan-sudafricano', que abarca todas las tradiciones culinarias que conviven en el país.Esta singularidad, junto a una evocadora decoración de época, lo convirtió a lo largo de su dilatada trayectoria en uno de los restaurantes que mejor refleja la diversidad de Sudáfrica.
"Hemos sido los primeros en ofrecer todas las cocinas sudafricanas", dice con satisfacción Naudé, quien, pese a sus 82 años, lamenta tener que echar el cierre de su restaurante.
La vida de este mítico local se apaga al expirar la concesión del espacio que ocupa en el famoso Market Theatre, en el centro de Johannesburgo.
elmundo
Algo así no debería cerrar nunca, debería quedar como símbolo de algo muy bello como es la sana convivencia
4 comentarios:
Silvo, nu am citit articolul, dar iti doresc o seara plina de sensuri. Te imbratisez, Odorica
Avem nevoie să ne amintim de importanța de ființe umane, am valoare și să acționeze ca atare, o îmbrățișare și bun Odorica noapte!
Pues sí, silvo. Un abrazo.
Un lugar en el que se conseguido algo tan bueno debería ser eterno, besos Amapola Azzul!
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